A principio de los años 80, el último carpintero y herrero de la localidad turolense de Blesa arrinconaba sus instrumentos de trabajo. Durante casi 25 años, las herramientas y las máquinas permanecieron entumecidas, añorando el instruido tacto de los artesanos. La transformación del taller en un pionero centro expositivo ha devuelto la vida a estos vetustos utensilios.