Las corridas de pollos tienen su origen en las carreras pedestres que se celebraban a finales del S. XIX en gran parte del territorio aragonés. La recompensa al ganador era una de estas aves de corral, animales muy preciados en épocas de escasez. La localidad oscense de Lanaja celebra cada año una de estas carreras pedestres tradicionales, coincidiendo con sus fiestas patronales de San Mateo.