Hace ya casi sesenta años que los vecinos de Torre de las Arcas dejaron de salir de sus casas hacia los tajos, a finales del verano, antes del amanecer para segar las matas de espliego que luego vendían a los encargados de la caldera que se ocupaban de extraer su esencia. Con esta reconstrucción anual, los vecinos de Torre las Arcas no quieren dejar caer en el olvido una actividad, hoy desaparecida, que en otros tiempos les supuso un ingreso extra en la economía familiar.