La carraca se utilizaba durante la Semana Santa en las iglesias para significar el terremoto al final de las tinieblas. Las campanas permanecían en silencio y los jóvenes hacían sonar las carracas y las matracas simulando los ruidos de los truenos. Hoy, Miguel Urroz de Oitz es uno de los pocos fabricantes artesanos de este popular instrumento.