Desde tiempos remotos, en la localidad navarra de Sesma se desarrolló una actividad de aprovechamiento del esparto a la que se dedicaron numerosos vecinos. El oficio se perdió en la década de los sesenta: La progresiva mecanización de las labores del campo propició la desaparición de las caballerías y la consecuente falta de demanda de alforjas y serones elaborados con esparto. Parte de las tierras se dedicaron a cultivos más productivos como el espárrago, llamado popularmente “el oro blanco”.
Hoy, Tomás Goikoa disfruta recuperando el trabajo con el que se inició en el mundo laboral.